sábado, 12 de diciembre de 2009


Hoy desperté un tanto angustiada, en realidad sin muchas ganas de abrir los ojos. Luego miro a mi costado y te veo tan tranquilo, muy distinto a cuando estas despierto y acelerado, me llama la atención que podamos ser tan distintos cuando respiramos agitados a cuando el sueño nos hace rehenes de él.
Cuando logre caminar, y me olvide de mis sueños en que me veo como la princesa de mis imaginaciones, trate de hilar las palabras y no herir más las mentiras que nos envuelven. Camino y trato de olvidar y dejar atrás el dolor que no me deja respirar con tranquilidad mientras toco con las puntas de mis pies el abismo de mi mente.
Respiro pensando en las manos que se separan mientras caemos por el barranco de las emociones, no pensé volver a tropezar con este camino, pero la torpeza de mis acciones me empujan, me empujan, me empujan, y no lo puedo detener. De verdad trato, pero es imposible. A lo mejor son las huellas de mis manos que me llevan a cometer los mismos errores. No intento excusar mis palabras sin sentido, y menos intento pensar con mis sueños embriagados de sangre. El miedo invade mis palabras, mi sangre, y mi estomago se vuelve un lío, prefiero seguir callendo, moriré en el intento de querer aterrizar. Olvidare cada una de las historias y mis sentidos quedaran aturdidos por la eternidad, no sentiré el viento sobre mi piel y volveré a la tierra que me dejo con huellas en las manos.

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