lunes, 25 de agosto de 2008

Mañana sin después


Las palabras corren de día, duermen de noche, y se silencian de vez en cuando en las tardes y mucho más en las mañanas.
Han pasados días quizá más de los que podemos recordar, sin haber conversado lo suficiente para descansar el cuerpo. Las palabras avanzan por nuestras cuerdas vocales sin descuido para terminar en el aire, sin ningún sentido oculto. Dibujamos de vez en cuando mentiras o historias que nos recuerdan aquellos días emotivos o los más tristes del tiempo. Siempre buscando conmover a nuestro auditorio, que a pesar de tener miles de historias acuestas se siguen cautivando con nuestras palabras como si haberlas escuchado mil veces antes no hubiesen sido suficiente.
Hoy despierto, no tengo ganas de contar historias ni mucho menos conmover a alguien. Sino solo aclararme a mí que estoy vivo y aún sigo medio loco. Todos nos llamamos cuerdos, unos a otros, aun así siendo concientes que cuando no nos ven hablamos solos con el aire de sueños que deseamos inmediatos. Tome mis palabras para comenzar el día y camino a través de las paredes que me rodean, recuerdo el último sueño o al menos el que guardamos al día por lo emocionante y gratificante. Y comienzo a descifrar las palabras que quiero oír. Tomo su mano, la acaricio por última vez, y la beso con tal cariño que nunca se borre. Vuelvo a esa noche donde todo ya estaba escrito y solo deseaba correr y olvidar todas las palabras que invente para conseguir mi tarea. No fue fácil olvidar aquella instancia, ahora la evocó sin culparme de ser tan cobarde. Mi cuerpo se agita, y se hunde, todo es demasiado ficticio para poder pensar si es real o sigo durmiendo. Su voz me golpea como aquella vez que le mentí por primera vez. Deseo despertar o quizá desaparecer, no entiendo si soy yo o es aquel que vive en mi. Intento correr como si fuera mi última maratón esa que nunca gane, y por la cual luche años tras año. Sin perder las esperanzas de superarme esa vez que lo conseguí. El aire es denso y me opaca dentro de la multitud, me esconde y quiero eliminarlo, no puedo respirar cada vez que se hace tarde y la bruma baja hasta el suelo. Corre viento y se levanta fuerte por mis pies, nunca me he aferrado tanto a esta tierra como cuando el viento me levanta, a pesar de llevar un mundo adherido.
Salgo, cruzo la calle, camino y sigo pensando en mi interior y de repente escupo palabras sin hilar. Llego, me siento, miro alrededor y me pregunto si quiero seguir aquí. Llega desde mis entrañas ese mensaje que dejo al irse. Quizá lo siga y comprenda que fue lo que sucedió.
Terminó el día, no hable lo suficiente, pero de seguro mañana ya no sea necesario el volver a escucharme.